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Cuestión de apariencias…

Ella lo miró a los ojos y clavó el acusador negro de sus pupilas en el rostro de él. «Esto no puede seguir así.» Él quiso mantenerse firme, pero apenas podía contener la rabia. «Cuando veo lo que me escribes se me viene el mundo abajo.» A él se le hizo un nudo en el estómago del tamaño de una pelota de baloncesto. «No es para esto por lo que llevamos luchando tanto tiempo.» Él tragó saliva y trató de mantener la compostura, cosa que también se le hacía difícil porque le picaba un huevecillo, pero claro, cualquiera se rasca. «A veces me planteo si de verdad vale la pena.» Sus ojos se humedecieron, lo que por otro lado no estaba mal porque es buenísimo para la cornea. «Siento como si hubiera desperdiciado los últimos cuatro meses.» Él sintió el impulso de salir huyendo, aunque sin tener muy claro si era de ella o para poder rascarse a gusto. «Sinceramente, no sé que vamos a hacer con esto.» Él comenzó a moverse nerviosamente, deseando que el final llegara cuanto antes. «Hace mucho tiempo que no me encontraba así» El pensó que quería morirse, que se lo tragara la tierra y un momento kitkat para poder rascarse a gusto. «Hacía muchísimo que nadie me entregaba un examen tan cutre…»

Ficción basada en hechos reales.

Frase del día: «Un examen es algo en que te preguntan unas pocas cosas para decidir si sabes otras muchas cosas que no te preguntan».

Evolución asociativa

Este es un post extraño en el blog, no voy a decir que lo pongo de relleno porque la verdad es que esta semana no pensaba siquiera hacer un post de relleno. Y es extraño porque habla de mí (no hagáis la ola todavía), y ya sabéis que eso en este blog se estila poco.

Escucho música constantemente, de siempre, el primer vinilo que tuve (sí, porque la afición me pilló fuerte ya en la época de los vinilos, aunque habrá quien ni se acuerde de ello) fue el Mercado Común de Azul y Negro (y creo que fueron los últimos españoles que escuché). Escucho música de casi todos los géneros (aunque sea en pequeñas cantidades), menos los más extremos y el pop ultraligero prediseñado para vender más que nadie. Desde Bach y sus Variaciones Göldberg hasta algún par de canciones de Carpathian Forest, pasando por la electrónica, pop, rock, metal…

Tengo que reconocer que últimamente estaba escuchando mucho jevi (heavy) metal, sobre todo Masterplan y Apocalyptica, y después de los últimos batacazos de mi (anteriormente) adoradísimo Mike Oldfield, había dejado un poco de lado mis gustos primigenios.

Todo esto para decir que alguien (cuyo nombre permanecerá en el anonimato excepto que me echara la bronca por no hacerlo, que no creo) me recomendó el otro día tanto a King Crimson (de los que no había escuchado nada) como a Pink Floyd (que en realidad solo había escuchado dos discos, y después de The Wall decidí no escuchar nada más porque pensé que después de escuchar eso no podía haber ninguno mejor), ambos grupos que tocaron lo que se conoce como Rock Progresivo. El caso es que escuchar las recomendaciones en parte me recuerdan a otro grupo: Yes, del que en realidad tengo muy poco pero me encanta The Ladder (Homeworld), y cuyo cantante se llama Jon Anderson. El susodicho hizo hace años varias colaboraciones con un tal Evangelos Odyssey Papathanassiou, que el mundo suele conocer como Vangelis. En los 80 yo estaba enamorado de la sintonía de varios programa de televisión, que, curiosamente, todas eran de Vangelis… Se podría decir que fue en realidad al primer músico que veneré (a Mike Oldfield lo conocí en el 92, con la salida de Tubular Bells II)…

Ya ves, menuda parrafada para decir que llevo dos días enganchado a la discografía de Vangelis porque alguien me recomendó escuchar una canción de Pink Floyd… Por alguna razón lo que más he escuchado es Albedo 0.39, y más concretamente Pulstar (una de mis piezas favoritísimas de toda la vida) y Alpha (que también es relativamente conocida), pensaba poner una de las dos para escuchar en Podcast, pero ya ves, como es gratis me puedo permitir poner las dos.


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¿Y vosotros? ¿Habéis tenido una evolución musical asociativa así alguna vez?

Lo bueno de las cosas… o no

Estudiar para los exámenes y las experiencias cercanas a la muerte tienen una cosa en común: tu cerebro se activa por completo y se agolpan en tu mente todas aquellas cosas buenas que te han ocurrido a lo largo de tu vida…

..aquellas vacaciones tremendas que todavía lamentas que se acabaran, aquella otra vez que dejaste a todo el mundo sentado con una frase lapidaria que todavía no han entendido algunos, la vez que estabas hablándole a 300 maromos vestidos de camuflaje y armados hasta los dientes, aquella primera vez que alguien te pasó la lengua por los labios y no era un perro, cuando pasaste los 160 en un coche con más de 20 años y aprendiste a rezar en serio, aquella vez que una inglesa quería sentarse encima de un embudo,…

También todas aquellas que son apetecibles y como estás en ello (de estudiar o de morirte, según te pille), no han ocurrido, como…

…acercarte a la playa a ver titis en bikini, ir a tomarte una cocacola con los amigos, el cine, salir a dar una vuelta con la bicicleta y que te de el aire, tentar a la suerte saliendo a la autovía con un coche con casi 25 años, subir a un 9º sin ascensor sólo porque eres un machote y tú lo vales, hacer el salto del ángel desde un 9º sin red, machacártela con la tapa de un baúl…

Bueno, en realidad creo que en temporada de exámenes todas las opciones parecen mejor de lo que habitualmente son. ¿No?

Fases del estudio diario

Después de arduos estudios, en los que han participado cientos de miles de estudiantes de todo el mundo, The Project Freak se complace en anunciar las diferentes fases que componen los hábitos de estudio del universitario medio.

  • Fase 1 (Primera hora de la mañana). Sueño extremo, dosis de café en vena, imposibilidad de leer los apuntes a causa de una estructura prácticamente indestructible de legañas. Pensamiento: «ooooaaaa».
  • Fase 2 (Media mañana). Cansancio acumulado, descubrimiento de que con 3h al día no se puede uno ni siquiera plantear estudiar. Dificultad de coordinación ojo-apunte. Pensamiento: «Esta noche me acuesto más temprano».
  • Fase 3 (Comer). Descanso (?) para comer. Pensamiento: «En cuanto acabe me pongo serio con ello».
  • Fase 4 (Hora del café). Dosis doble de café para el sueño. Pensamiento: «Con esto me pongo como una moto y recupero el tiempo».
  • Fase 5 (Siesta). Es conocido que una reparadora siesta de 3 horas deja a cualquiera listo para el peor de los combates académicos. Pensamiento: «Zzzz».
  • Fase 6 (Media tarde). Desorientación, apuntes en paradero desconocido, relatividad matemática aplicada a los ritmos circadianos1. Pensamiento: «No lo entiendo, dónde dejaría yo anoche los apuntes».
  • Fase 7 (Cena). Reponer las energías consumidas durante la ajetreadísima tarde. Pensamiento: «A ver si ahora me pongo seriamente, que esto no puede ser».
  • Fase 8 (Noche). Apuntes localizados en el cuarto de baño, apuntes puestos sobre el escritorio y atención en el messenger. Pensamiento: «Este es el momento, ahora es la mía, apuntes, boli y papel, el mundo es mío. Anda, Menganita inicia sesión, a ver qué se cuenta».
  • Fase 9 (Medianoche). Máxima actividad, apuntes desaparecidos. Pensamiento: «Puf, no tengo nada de sueño y tendría que acostarme, voy a ver si me pongo una película y me entra sueño».
  • Fase 10 (Madrugada). Comienzo de la fase de sueño, recapitulación de lo hecho en el día. Pensamiento: «Hombre, después de 3 películas ya era hora, qué sueño, bueno, ya tengo localizados los apuntes. Mañana me pongo seriamente con ellos».

1. Si el café quita el sueño, y dormir también, la teoría dice que si te tomas un café y duermes debería ser más efectivo, la realidad es radicalmente diferente.

Dios me habla

Aunque parezca mentira, lo ha hecho. Me explico.

Andaba esta mañana, mientras preparaba miles y miles de folios, archivos, documentos, gráficas, y docenas de otras cosas varias y variadas, cuando pensaba «puf, tengo que mirarme a qué otra asignatura me presento entre las que voy a tirarles a muerte y que están separadas por semanas».

Y entonces oigo «sssh fluassh» (esto se supone que es como el sonido de toneladas de folios desprendiéndose de una montaña kilométrica de apuntes tan alta que la NASA me la pide para la plataforma de lanzamiento de los cohetes, las onomatopeyas nunca han sido lo mío, qué le vamos a hacer). Miro a mi espalda y veo sobre la mochila un montón de apuntes caídos casi perfectamente alineados, los recojo, miro el nombre y compruebo la fecha del examen.

Coño, justo en medio de los dos exámenes que más separados tengo.

Miro la pila de apuntes «general» (o sea, esa en la que se van apilando todos los apuntes de todas las asignaturas en que después de estudiarlas un tiempo las dejo de lado), compruebo que está perfectamente alineado. Me aseguro que hace una tela de meses que no tocaba la asignatura esta y que debería estar en el fondo de la pila; cosa que se me hace difícil de entender por la limpieza con que esos apuntes han salido y han caído sobre la mochila, que por cierto no está exactamente debajo de la pila…

¿Será una señal? ¿Dios quiere que me presente a ese examen?

Oh, Dios, si te dedicas a mandarme señales de cientos de folios… ¿Por qué no me envías una que lleve la combinación del euromillón?