Estaba yo el otro día limpiando la leonera (o tal vez era la tigrera, a juzgar por el olorcillo imperante) cuando recordé que no recordaba (valga la redundancia) la última vez que limpié mi teclado del ordenador.
De todas las cosas relacionadas con la vida diaria y la informática, echarle un vistazo seriamente al estado higiénico de un teclado de ordenador yo diría que es la única comparable a una película de David Cronenberg, así, en crudo. Es sorprendente la cantidad de cosas que pueden aparecer entre las teclas, porque hay cosas que simplemente se acumulan del uso (como los pegotes de roña en la parte de arriba de las teclas, los pelillos que vas perdiendo de los brazos, ceniza si eres fumador, etc), pero hay otras cosas que directamente están ahí por razones completamente desconocidas y que bien podrían merecer todo un capítulo de aquellos programas como Misterios sin resolver o los de Jiménez del Oso (que miedo daba el tío, ni punto de comparación con los temas que trataba).
En mi caso encontré una aguja de repuesto del aerógrafo que creía perdida desde que abrí la caja del susodicho (hace casi un año), trozos de papel de esos de cuando arrancas una hoja de una libreta de anillas (no me sorprendería de encontrarlos si yo usara de eso), un pincel de pelo de marta (que yo solía usar para pintar miniaturas hasta que le perdí la pista, así iban de duras las teclas de los números), y lo que de momento está en el número uno del ranking de cosas extrañas aparecidas en las ranuras del teclado: una tía en pelotas… no, era coña, lo que apareció fue una cáscara de pistacho. Yo como pistachos, entonaré el mea culpa, pero… ¿Cómo es posible que una cáscara de pistacho pueda colarse entre las teclas? ¿Qué extraña singularidad espacio-temporal acaece en los aledaños de mi Logitech? ¿Si busco bastante terminará apareciendo la tía en pelotas?
La NASA está trabajando en ello por si pueden copiar el proceso para almacenar más combustible en los cacharros espaciales; ya estoy viendo los titulares: Forrado por una cáscara de pistacho, y luego no me faltarán imitadores en eso de encontrar fenómenos extraños, y veremos Las leyes físicas puestas en jaque por un panchito, El origen del universo podría estar en las pipas, Los dinosaurios se extinguieron por culpa de los garbanzos torraos,…
Comprenderéis que me encuentre en la cima del mundo científico, yo y mi pistacho recibiendo el Nobel de Física (por lo raro), de Matemáticas (por demostrar una animalada como un puño), y hasta el de Literatura (por este post), y ya que nos ponemos me darán el Oscar por interpretarme a mí mismo en la película del mismo nombre que el libro que escribirán por ello.
Habrá quien piense que se me va la cabeza, nada más lejos de la realidad: nunca estuvo en su sitio…
Frase del día:
«Hablar con Susú Pétalos era como hacérselo con un rallador de queso: divertido, pero sobre todo… doloroso.»