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¿Sabe tu mamá lo que ves en la tele?

«Se destapa, se chupa y se moja».

Toma ya. Se aceptan apuestas sobre lo que es, porque a mí se me ocurren varias cosas y buena parte de ellas no puedo decirlas en horario infantil, pero sale en un anuncio de galletas (la frase, no el potorro). Vaya, al final lo dije.

¿Reclamo sexual por una miserable galleta? ¿Conspiración a nivel mundial para convertir a las generaciones venideras en adictos a la pornografía? ¿Campaña oculta de la Asociación Por Un Cunnilingus Mejor? Nunca lo sabremos, pero pensad en ello, pensad… Bueno, no penséis tanto a ver si alguien se va por donde no es y acaba con un calentón (lo que sería curioso, que esta página provocara un calentón a alguien, cosas veredes).

Hay que ver la de chorradas que llega uno a pensar, pero ya que estamos… ¿Se escribe conilingus, connilingus, conilingüis, connilingüis, o cómo coño, eh?

Nuevo correo

De orden del Señor Alcalde, se hace saber que la cuenta de correo que el perpetrador de ésta web poseía en Hotmail ha quedado relegada al estatus de «aguantar el Messenger», o sea, los que solo me quieran para messengear pueden seguir usando esa. Sin embargo, por petadita general del cliente de correo que ha dado al traste con un par de años de correos acumulados, listados de direcciones y tal, he aprovechado para cambiar de correo por algo con más sustancia, así que de aquí en adelante la cuenta «funcional» para recibir (y enviar) emilios va a ser jarienrasczak(arroba)gmail.com, que viene a ser tan infumable como la otra, pero en gmail y de momento funciona bien. La verdad es que me toca las narices porque había correos ahí que valían su peso en oro y algunos otros que tenía guardados como oro en paño, aparte de los de trabajo que esos son otra historia y me importan bastante menos.

Así que ya sabéis, pal msn sí, pero para correos usad la de gmail o no puedo asegurar siquiera que los pueda leer.

Felicidades Leti

Mi prima Leti cumplió ayer 33 años. Felicidades nena. A ver si te invitas a algo, que desde que te fuiste con el Felipe ese no hay quien te vea el pelo y no te acuerdas de nadie. Que todavía no se me ha olvidado que no me invitaste a la boda (y yo te había comprado una pinza del pelo de Pucca superguay de la muerte), y que me tuve que enterar de lo del churumbel porque sales en la tele. Joer, si es que ni siquiera me devuelves los SMS preguntando por mujeres de buen ver en la choza tamaño XXL que tienes… Es que no se puede ser así, que no coño, que no van por ahí los tiros, que hay que ser un poco más familiar y tal, cagonlaleche.

Mira. ¿Sabes qué? Al carajo, devuélveme las felicidades que me las quedo.

Comprender al prójimo

Un lugar cualquiera del mundo. 8:00 de la mañana hora local.

El de la limpieza, que se puede llamar Bonifacio, John o Yoshimitsu (elimínense los dos que más rabia den), está pasando tranquilamente el paño por encima de la mesa con una más que generosa ración de limpiamuebles antiarañazos (y antigérmenes, y antialergénico, y antiarrugas), cuando, de repente, mientras repasa el canto de la mesa detecta un suave raspeo en el paño. Vuelve a pasar el trapo y vuelve a notar el raspeo, así que lo pasa más fuerte pero lo que sea que lo provoca sigue ahí; se agacha a mirar y ve una masa más o menos informe, con puntas irregulares, de colores verdes, blancos y traslúcidos de los que sale un pelo y una pequeña manchita roja en un extremo.

Cagonlaputamadredeldueñodelmocodeloscojones. – Eso suponiendo que fuera Bonifacio, John habría dicho algo como «faquinsonofabich» etc etc y Yosshimitsu mejor ni pensarlo.

Puedo afirmar y afirmo que Bonifacio/John/Yoshimitsu son unos malos prójimos y no son capaces de comprender los intríngulis socioculturales de la épica que acaba con su descubrimiento bajo el tablero de la mesa.

Un lugar cualquiera del mundo, pero el mismo de antes. Un día antes.

Juanito, François o Vladimir, se encuentran en una reunión con un grupo de amigos/compañeros de trabajo/líderes secretos del mundo en plena conspiración; la situación concreta da igual. A Juanito/François/Vladimir le cuesta respirar, pero le cuesta mazo; estamos en entretiempo y le ha caído un resfriado de padre y muy señor mío, de esos que te cargan el pecho, la cabeza y sí, las fosas nasales.

De hecho a Juanito/François/Vladimir le cuesta respirar porque tiene una moquera acojonante, así que durante toda la reunión ha estado gastando kleenex como si le fuera la vida en ello, sonando como un elefante gritando por su pellejo en medio de la sabana africana perseguido por una docena de leonas, quince hienas, dos rinoceronces blancos con hemorroides sufridas en silencio y una mosca tse tse que pasaba por allí y no sabe muy bien de qué va la cosa pero se apunta a la fiesta (ya sabéis, pruuuuuuuuuuuuut, más o menos). Cada vez que se suena toca kleenex nuevo, y cada vez que se suena la reunión se corta por un segundo mientras todos lo miran a él con cara de cada vez peor humor.

Finalmente a Juanito/François/Vladimir se le acaba la moquera líquida, con suerte antes que los kleenex (porque si no ya es risa, intentando expirar por la boca mientras se aspira fuerte por la nariz intentando que la marea que se avecina no desborde las aletas de la nariz, pero eso es otra historia). Suspira aliviado durante unos minutos (varios suspiros, no uno solo, que tampoco es para batir el record mundial de suspiro contínuo), y se menea la nariz a lo Embrujada alegre de que ya no haya peligro. Pero… ¡Horror! En el movimiento detecta algo ahí dentro, es duro, probablemente puntiagudo porque pincha y aunque hace intentona de soplar fuerte por la nariz no se mueve. Nuestro amigo Juanito/François/Vladimir se encuentra ante una problemática de índole naso-dedal.

La primera determinación que toma Juanito/François/Vladimir es ignorar el moco, no en vano es hombre adulto que puede aguantar un poco de malestar en la nariz, hasta ahí podíamos llegar. La siguiente determinación es que eso hay que sacarlo de ahí ya, que es un porsaco. Así que con toda la delicadeza de movimientos posible aproxima su mano izquierda a la cara, haciendo como postura de interés y planta el dedo índice frente a la nariz. Analiza la situación a su alrededor, estudia las caras, los movimientos, las reacciones y en el momento oportuno, zas, aparato digital de prospección nasal insertado con éxito, residuos detectados y aprisionados, y retirada del material completada.

Ahora Juanito/François/Vladimir tiene la nariz despejada, y un moco en los dedos. Jodido la hemos amigo Sancho. Ahora es cuando viene el verdadero problema. ¿Qué hacer con el… coño, como puede ser eso tan grande? En fin, qué hacer con él. La primera respuesta evidente es un regreso a los orígenes infantiles, y aprovechando que la mano sigue disimuladamente en posición de interés frente a la cara, comérselo. El problema de ésto es que es tan grande que fijo que hay que masticar para tragar, además no deja de ser una marranada.

La segunda opción viene a ser la más práctica, meter la mano en la chaqueta, sacar un kleenex, enrollar el moco y tirarlo por ahí con cuidado de que no explote. Idea genial, limpia, socialmente aceptada y sobre todo, elegante. Problema: que hacen falta las dos manos así que «eso» podría quedar enganchado en el bolsillo agravando la situación y el moco queda visible durante buena parte de la operación, con lo que casi todas las ventajas resultan ser quiméricas.

Tercera opción: sucia, desagradable, nada elegante pero a la par rápida y de efectividad reconocida. Juanito/François/Vladimir pone la mano levemente sobre el canto de la mesa, desliza el dedo sin despertar sospechas y adhiere (porque «pegar», después de tanta sutilidad, queda como basto) el moco bajo la mesa. Asunto solucionado, sin levantar sospechas y sin que la vida social y/o comercial de Juanito/François/Vladimir se vea afectada por algo tan injusto y circunstancial como un resfriado.

Nuestro otro amigo, Bonifacio/John/Yoshimitsu, jamás comprenderá hasta qué punto ha sido un mal prójimo por querer mal a alguien que solo pensaba en la mejor solución a un problema tan viejo como el mundo; qué poco comprensivo y que mala persona.

Frase del día:
«No te importe lo que la gente diga, solo sigue tu propio camino.»

Lo que inventan los japoneses

Estaba yo viendo el otro día las noticias de no recuerdo qué canal y me fui dando cuenta de la cantidad de cosas que tienen los críos de hoy en día y que los de mi generación ni sabíamos que existían.

Ahora con el incremento del poder adquisitivo y la reducción de los precios de los bienes de consumo (hay que ver lo bien que hablo hoy, estoy sembrao) el nene o la nena (que habrá que tomar ejemplo del BOPV para ser modernos) pide una pleisteision dos y el nene tiene pleisteision dos, que quiere una bicicleta con cuadro de aluminio y cambios secuenciales con pirulador de fluflos en el minganillo del pedal, pues allá va el pirulador de fluflos del minganillo, que quiere internet para hacer los trabajos de lengua del colegio y ahí tiene todo el porno del mundo a dos clicks…

Esas cosas que eran bien difíciles de conseguir en «los viejos buenos tiempos» (que ni son tan viejos ni seguramente serían tan buenos), se quedan en mantilla con las cosas que consiguen sin pedirlas, y eso sí que me quema lo suyo, porque a mí poquitas cosas me dieron sin pedirlas como no fuera alguna leche en la cola de salir del colegio y algún disgusto.

Pero no, ahora a los niños les han regalado los ritmos circadianos, el estress y algunas cosillas más, que sinceramente si en mi época los teníamos bien que se los guardaban de decírnoslo.

Cuando comienza el curso a los críos hay que llevarlos entre algodones porque se les rompen los ritmos circadianos, y se les monta un cirio pascual con el sueño y la vigilia que te cagas moragas, y luego se te estresan y no rinden cuando el de matemáticas les suelta un tostón del 15 sobre ecuaciones con una incógnita y tal. Porque sí, ahora los niños se pueden estresar, no como los de mi generación que si decías que estabas muy cansao y que no te concentrabas lo que podías conseguir era que además te quitaran la música para no distraerte, y que si no podías dormir lo mismo te llevabas alguna hostia (conste que hablo de mi generación, no de mi caso concreto). Y ya puestos a seguir regalándoles cosas, el estress lleva al fracaso y los críos terminan angustiándose con no rendir y suspender a manta (sí, no hay más que darse un voltio por un colegio o un instituto y verlos allí con los ojos enrojecidos y llorosos por la angustia, sorbiendo mocos al acabar los kleenex…), así hasta la crisis nerviosa.

A mí me toca las narices todo ésto, porque yo ya estaba algún año en la universidad cuando tuve mi primera crisis nerviosa y seguramente me tocaba haberla tenido 10 años antes, pero claro, yo no sabía que podía tener estress, angustias (bueno, angustia sí, cuando las sobredosis de golosinas, pero es otro tema) y esas cosas. Si es que para algunas cosas mi generación salió con muchas carencias, redios.

De todas formas tampoco los niños están completamente desamparados, para paliar los efectos de todas estas cosas los críos pueden pasar de curso aunque no den palo al agua (perdón, aunque se los estén comiendo los nervios en vivo) y suspendan 7 u 8 asignaturas (perdón, quería decir: cuando el estress no les permita rendir lo suficiente en algunas materias). Así cuando estos chavalines nos gobiernen tendrán claro lo que es trabajar duro y el concepto de esfuerzo…

Al final, ésto de la psicología educativa va a ser como lo de La guerra de las galaxias: Regresar al colegio lleva a la ruptura de los ritmos circadianos, la ruptura lleva al estress, el estress a la angustia y la angustia al Lado Oscur… digooo, al suspenso.

Y claro, ahora que se que llevo 10 años de retraso tengo que ir recuperando el tiempo perdido, y mira que aquí estoy, con diez años de estres y angustia existencial acumulaos y no se que hacer con ellos. ¿Alguna idea?

Frase del día:
«No hay castigos ni premios, sólo consecuencias.»