Dijo alguien de cierto renombre (y se va a quedar ahí porque no recuerdo el quien era, pero sirva al menos como intento de darle su crédito), que las mentiras las hay de tres clases, las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Yo ahora mismo me voy a ocupar de las terceras, las otras las dejaré para otro día.
Voy poniendo los dos rombos que entro a saco: el tamaño medio del pene español es de 13’58cm.
Manda cojones (astutísimo juego de palabras del autor).
No es que me preocupe el hecho de que “la tengamos” más pequeña que nuestros vecinos europeos, sino que jamás entenderé cómo se realizan esas estadísticas. Pongamos varios supuestos con varios grados de realismo (alguno habrá irrealizable por completo, pero si no que gracia iba a tener esta parrafada): A) la medida se realiza con cinta métrica y por personal médico especializado (risas aseguradas), B) la medida se realiza preguntando a los dueños de los respectivos penes.
Permitiéndome una pequeña licencia, voy a empezar por el B. Va una chica de esas que hacen encuestas preguntando a todos los hombres cómo de grande las tienen, je. No me resulta cómica la situación, sino las posibles respuestas. Estaremos todos de acuerdo en que España es ante todo el país del “puf, si yo te contara, así de grande, así”, que aquí intrínsecamente no somos exagerados, pero cuando nos toca en el amor propio hasta Torrebruno hubiera dejado en mantilla al Rocco Sifredi ese. Me imagino que al final todos acabarían mintiendo como bellacos, y añadiendo (por lo bajo) un par de centímetros al paquete, que no se diga que no dejamos alto el pabellón y basta que yo oiga a mi vecino decir que tiene 20cm para que yo tenga 25, que eso también es muy de aquí (mejor no nos bajemos los gallumbos y quedamos como amigos). La cuestión es que si fuera preguntando, y conociéndonos como nos conocemos, la longitud media del pene español debe rondar en realidad los 9’58. Triste, muy triste, eso no es un pene, eso es una pena. Casi le dan a uno pena las mujeres y lo difícil que debe ser para ellas mentirles al pariente (dicen que la autoestima es buena para el sexo, y faltaría que además de pichicortos se quedaran a medias por una depresión del susodicho).
Pero sigamos con las ideas lúbricas.
Siguiendo por la idea A, y suponiendo que el mundo fuera ideal, la realización de la medida se hace en condiciones óptimas: o sea, enfermeras que bien podrían ser portadas de revistas del gremio, en ropa interior, etc. Me van a permitir, que siendo esto tan tan pero tan bonito de pensar, y seguramente obteniendo medidas de tremendísima precisión (y seguro que no faltaba maromos deseosos de colaborar), que lo de directamente por imposible. Si eso es así que me llamen la próxima vez.
Pongámonos ahora en la idea A pero en realista, la de realizar la medición con medios técnicos manejados por personal médico especializado. No sería descabellado que ayudaran en la realización diversos números de revistas especializadas del sector (estoy hablando de Playboy, Penthouse y cosas así, a ver si alguien va a pensar en un vedemecum), y me resulta poco menos que chistosa la idea del médico pidiendo al maromo al que le realicen la medición en ese momento “vaya allí con las revistas y avise cuando esté listo”, o directamente monitorizando “la operación” (que esto ya no es un sírvase usted mismo de un banco de esperma, que aquí luego vienen a controlarlo). Personalmente creo que no debe haber cosa más antierótica y contraproducente para realizar este tipo de estadísticas que encontrarte en una habitación blanca, con un señor con bigote al lado con una cinta de medir en la mano y un pie de rey en la otra (nunca se sabe, nuuuuunca se sabe) observando como el pequeño soldadito se pone en pie de guerra y lo ascienden a general de brigada (o, según qué estadística, a sargento chusquero). Vamos, ya debe ser la repera el tema de la medida en sí, supongo que debe utilizarse una cámara ultrarrápida como la de las carreras de caballos, porque si con el señor con bigote has conseguido estar en condiciones de que te midan, que te ponga las manos encima con la cinta cuando menos debe provocar eso el mismo efecto que tocarle los cuernos a un caracol… Miedo me da.
En este último caso, creo que el más realista, debemos suponer realmente que existe un defecto en los valores de las medidas, y si en el B salían sobrados cuando debía ser menos, en A salimos muy perjudicados. Así, supongo que en realidad debería haber un valor de 16’58; ahí os quería ver, españoles, pichasbravas.