Es una agonía, de eso no quepa la menor duda. Pelear contra la pelusa y el polvo, bayeta en mano y con las manos en la masa (la masa es cuando llevas fregando tres horas con el mismo agua, la cantidad de mierda que se puede recoger convierte el agüilla en una sustancia de aspecto fangoso y olor putrefacto digno de una película de John Carpenter, tirando por lo bajo).
El pellejo como si fueran una pasa, los ojos como si te hubieras pasado dos horas cortando cebollas y las narices más irritadas que si te suenas los mocos con una broca del 12. Esos son los resultados que se sacas en limpio (astutísimo juego de palabras del autor) en el día de la limpieza general. Ay de tí como seas alérgico a algo… si tienes suerte morirás asfixiado en medio de una inacabable agonía de espumarajos en la primera habitación que limpies; lo de morir asfixiado en medio de una inacabable agonía de espumarajos en la última habitación ya no es sólo una cuestión de mala suerte, es que encima quedas como un imbécil. Si te tienes que morir por una tontería, muerete al principio y no trabajes. Coño.
La casa se queda entonces más aséptica que una mesa de operaciones, todo oliendo a pino, limón, jabón de marsella, limón, azahar y mil cosas más (Y digo yo. ¿Por qué no hacen algún producto de limpieza que huela a chorizo? A algunos nos gusta más que el pino.), haciendo un perfecto conjunto de aromas que acompaña bucólicamente a la sensación de frescura que queda en la casa. Tal como un anuncio de ambientadores. Con el añadido del tufillo a la lejía y el amoniaco que a estas horas te han dejado los pulmones que si te da por toser lo mismo se van por ahí a darse una vuelta ellos solos.
Eso sí, se ha quedado la casa que te puedes ver reflejado hasta en las cortinas. Un lujo oiga. Y sí, ya se ha terminado la limpieza. Se acabo la pesadilla.
Qué ingenuo por tu parte pensar eso, nada más lejos de la realidad. Ahora es la fase de paranoia fascistoide, el auténtico sufrimiento que dura varios días. Inmediatamente después de terminar una limpieza, se activan determinados neurotransmisores que modifican el comportamiento de los que limpian volviéndolos extremadamente territoriales, agresivos y amenazantes, como muestra, un botón.
«¡Ni se te ocurra acercarte a ese armario que acabo de fregarlo! ¡Cuidado con dejarme las manos en esa puerta que está recien limpia! ¡Los cristales se cierran cogiendo del marco, como me encuentre una mano vas a volver a fregarlos todos! ¡Mucho cuidado con mearte fuera del váter, que está todo brillante y quiero que siga así! ¡¿Pero esto qué es?! ¡¿Quién ha pasado ya sin limpiarse las suelas?! ¡¡Tú, fuera!! ¡¡Fuera!! ¡¿Y esta huella?! ¡Aaaaargh! ¡¿Quién ha sido?! ¡Que salga! ¡Me cagontoloqueflota! ¡Schprrgrgrgr! ¡Groarg!»
Lo que pasa es que no es cuestión de minar el pasillo o poner alambre de espinos alrededor de las ventanas. ¿No?
Hola, soy una pelusa que habla en representación de todas las pelusas y motas de polvo del mundo… o de tu casa y sólo quería hacerte saber que no has acabado con nosotras!! Puede que ahora no nos veas, pero dentro de unos días vuelve a mirar en esos sitios que has limpiado con tanto carño, esfuerzo y esmero y ya verás… has ganado esta batalla pero no la guerra, la venganza es un plato que se sirver frío muahahahahaha
Por cierto, olor a chorizo? seguro que mientras duermes no te gustaría notar ese tufillo a chorizo, morcilla o similares xD
LAS PELUSAS UNIDAS JAMÁS SERÁN VENCIDAS!
:*******
Creo haber reconocido a la pelusilla……
En fin… Chorizo??? Que poco sentido del olor a limpio tienes coño!
«Sentido del olor a limpio…»
Bueno, sólo repetir lo del post anterior: Y por eso metimos una chica a limpiar en casa. De hecho, mientras escribo estas líneas sentadita y feliz en mi habitación, ella sacude los sofás y las cortinas, limpia el polvo del salón, lo barre, lo friega, y pasa sin chistar a la siguiente habitación de la casa. Saber que no tienes que volver a limpiar un cuarto de baño… Creo que lloré de la emoción, y es que hay algo que has olvidado contar: si eres el hermano mayor, PRINGAS tú, siempre, mucho y más y mejor, que tus hermanos pequeños. Por lo pronto, mientras esos sucios parásitos mal llamados hermanos juegan con la plastilina en el precioso cristal que conseguiste reflejara tu rostro apenas unos minutos atrás, mientras ellos estropean tu trabajo, tú ya estás limpiando alguna otra cosa, que por supuesto ensuciarán después.
Los hermanos pequeños son una lacra para la sociedad. ¡Hijo único ya! ¡Viva China!
Sí, es cierto que a mí me sale la venilla agresiva cuando veo que se acercan al objeto u objetos fruto de mi dedicación…al objeto u objetos que acabo de limpiar y que taaaaaanta pereza me da,es decir, el puñetero cuarto de baño. A punto estoy muchas veces de mandarles a un bar a vaciar la vejiga.
En fin,veo que por fin ha terminado tu suplicio……hasta la proxima limpieza!!!JEJEEJE.
Esa vena agresiva se llamaba hasta hace poco «vena de madre» (¿qué hijo no la ha sufrido?). Dicen que es contagiosa, y se transmite vía bayetas y productos de limpieza.
¡¡Qué satisfacción, qué dulce sensación comprobar que un caballero siente, igual que lo siente la dama, el sufrimiento del
que produce el temblor de una taza de colacao en manos infantiles; el odio mental de unas migas aterrizando cerca de una mesa de
la mesa de cristal que limpié hace una hora; el encoger del estómago ante unos amenzantes deditos grasosos y ba-
bosos dejando huella en la ventana; el triste pensamiento,con la frente arrugada, por el plato sucio sobre la encimera de la cocina y que nadie recordó acercar al meter en la máquinita lavadora de cacharros…..
En fin….qué grata sorpresa¡¡¡. Ya no me siento tan sola en esas penosas situaciones. Por lo tanto, a partir de ahora,
chillaré mas fuerte para que se eviten los daños colaterales y no quedarán impunes jamás tales fechorias. (Los vecinos mes
odiarán aún mas, pero, ¡¡¡ estaré unida al sentir general!!!