Me citan a las 9:30.
A las 9:40 la puerta de la clínica está cerrada y veo a las enfermeras tomándose un café en al bar de la esquina, buen rollito. Al cabo de otros diez minutos ya puedo entrar a sentarme en la sala de espera durante una hora y pico, hasta que el cirujano y mi oftalmólogo de confianza hagan su aparición estelar (y es que si yo cobrara lo que cobran ellos, fijo que tampoco empezaba a currar antes de las once y cuarto). De momento una enfermera muy amable no para de preguntarme si estoy nervioso y que si quieron un Laxatin (¿Laxatin? ¿Qué pasa, que si no estoy nervioso yo quieres que me vaya por la pata igual?), ah, Lexatin, eso es otra cosa, pues no, estoy la mar de tranquilo y no me hace falta. Pero al final tanto me pregunta que solo porque no me de la vara le digo que sí, más que nada para ver si me apacigua las ganas de morderle un ojo por pesada.
A eso de las once me dice la rubia de verde (la de la otra vez, solo que en esta ocasión iba de blanco, así que de aquí en adelante la llamaré la rubia de verdiblanco o la verdiblanca, para los amigos) que ya viene de camino mi oculista y que pase que soy el primero (y yo pienso que mejor, no vaya a ser esto como el puenting y el láser se vaya escoñando con cada salto…), que me tienen que ir preparando. En esto que la sigo, me mete en una especie de armarito lleno de ropa desechable de celulosa y me coloca el gorrito, algo por el cuerpo que no recuerdo la palabra ahora pero que seguro que sabéis a lo que me refiero, y unos patucos verdes también moníiiiiiiisimos. La verdad es que me sentía un poco estúpido, porque a mí hace mucho que no me viste nadie; y desnudarme tampoco, la triste verdad por delante.
Me dice la verdiblanca que van a hacerme la foto, y yo todo ilusionado le pregunto que si me van a dar el reportaje, como en las comuniones. Y no, va a ser que no me lo dieron. La cuestión es que me colocan debajo de una máquina con una lucecita rojo, dos flechas que apuntan a la lucecita, con unas letras bien gordas que pone «mire al punto rojo» y un tío que me dice que mire al punto rojo. No se a qué clase de imbéciles están acostumbrados a operar, pero yo estuve a punto de mandarlo a la mierda. Unas luces que te cagas me dejan entonces hecho puré pero la maquinita ya sabe dónde tiene que laserizar para dejarme como los chorros.
Y entonces es cuando empieza la agonía. Primero me tumba en una camilla así yo todo fashion de la muerte con mi conjunto de celulosa verde a la última de Cibeles, y luego cuelga empieza a echarme unas gotas por aquí, otras gotitas por allá, que si esto sí, que si esto también; que no tengo yo claro si estaba en el preoperatorio o haciéndole de plato a Arguiñano. El momento álgido es cuando sin decirme ni pío, agarra una especie de gotero, le coloca una manguerilla que eso más bien parecía una manguera de regar las tomateras y me los encasqueta directamente a los ojos, así a presión y ojito con quejarte que te lo suelto entero.
En cuanto acabaron de prepararme la ensalada me pidieron amablemente que me sentara a esperar al lado del quirófano, y como iba para largo allá que me pongo a todo trapo el reproductor mp3 (creo que llevaba a Blind Guardian). Mi oculista aparece de momento y me pregunta que qué tal, a lo que le respondo que no se qué quiere que le diga, si no veo una mierda y llevo ya casi dos horas esperando (es curioso, veintimuchos años esperando, y me entra prisa cuando entro a quirófano, por dos horitas de nada); de todas formas que me espere, que empezamos casi que ya. Yo sigo allí, sentado con mis auriculares a toda mecha y un poco más allá hay dos enfermeras preparando el quirófano y hablando, cada dos por tres me miran (sospecho, intuyo, porque yo lo que es ver, dos manchas verdes y blancas y va que arde) y hay un momento que dice una a la otra «míralo, ahí con la cosa esa, como si la cosa no fuera con él». Me da que si llega a saber que la escucho se calla, pero esto de los auriculares da mucha libertad oye…
Y de momento lo vamos a dejar ahí, no dejéis de sintonizar el mismo para conocer el apasionante desenlace de Pasión de corneales.
Frase del día:
«No me chilles que no te veo.»
La verdad es que eso de escuchar Blind Guardian antes de la operacion tiene miga XDD.
P.S. Yo, si despues de operarme no puedo ver tetas, a mi me devuelven el dinero.
Saludos, Anchoa a la Vinagreta
Me encanta esa parsimonia tuya. Es que no lo puedo remediar… con que tranquilidad te tomas las cosas, yo si me tengo que operar, da igual la importancia de la operacion, estaría bajo los efectos de calmantes/tilas/valerianas y cosas similares…
Esperaremos al desenlace…
Un besito
¿Qué cosicas que le hacen al nenin eh?? Mala gente oye! xDDDD Supongo que la operación habrá salido genial, ya nos contarás que se siente al ver todo nítido sin gafas :P Un besote!
Hola!
Asi me gusta heavy hasta en el último momento, aunque lo de escuchar Blind Guardian justamente… Manda *bajos!!! XDDDDDDD
Me alegra saber que no soy la única heaviata que se toma las cosas con parsimonia y que tiene un metodo particular para explicar sus hazañas bélicas ;)
Saludos y me muero por saber el desenlace de pasión de Corneales, que miralo por el lado bueno , este año ya no hace falta que pases la ITV (Inspección Traumatico-Visual, para más info: http://foalworld.blogspot.com/2005/02/eye-caramba.html
Carpe Diem y viva los Freaks!!! *hace el simbolo de Manowar, el que parece de la Play Station no, el de los brazos XDDDDD)
Anchoa, ya me conoces, espesiá hasta el final.
Ezne, eso es como los condenados a muerte que duermen como angelitos la noche de antes (porque lo que no tiene remedio no lo tiene y para qué preocuparse). El desenlace como te descuides te enteras de primera mano. XD
Idun, pues ya ves, se equivocaron y me dejaron mejor de lo que entré, no hay quien entienda a estos matasanos.
Gilronaleash. No es por decepcionarte pero heavy, heavy lo que se dice heavy… como que no; aunque lo escucho pero no soy del rollo. Sí que te voy a dar la razón con lo del método particular, pero es que si lo cuento normal me aburro. XD (Te he editado el enlace, que tenía un error y no funcionaba bien, de nada).