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Anecdotarium Vitae X: Los irreductibles galos

Por fin el momento que todos estaban esperando, el Anecdotarium Vitae X (y no solo porque es el número 10), disfrutadlo. Cotillas, más que cotillas.

Espacio patrocinado por British Petroleum.

Venían siendo los días más calurosos de Agosto. Un calor, virgen del pompillo, que calor, le caía a uno los goterones de sudor por todos lados, el olor a hombre se esparcía por todos los poros (en el caso de las mujeres, era olor a mujer, claro) provocando además del tufillo la que probablemente fuera la dispersión de feromonas más brutal que haya conocido la humanidad (al menos aquel verano).

Debían ser entre las 8 y las 9 de la noche, la gasolinera atestada de gente y un deportivo biplaza descapotable color plata metalizado (si no recuerdo mal, podría ser un Audi TT) se para y se baja un señor mayor (digo señor porque todavía no lo conocía, como habría dicho el enormísimo Groucho) con el pellejo como un cangrejo de puro rojo. El tipo me pide en un español medio inteligible y con un acento francés que tira de espaldas que le llene el depósito al coche, así que allí voy y después de preguntarle qué gasofa gasta el coche le meto la manguera y me pongo a llenar.

Entonces el franchute, que a la sazón estaba al lado de la puerta del conductor, me llama y me hace señas de que me acerque, y yo me acerco y me pongo también al lado de la puerta del conductor. Él me señala con un movimiento de cabeza el coche y me pregunta «¿te gusta?». Yo miro a un lado u otro y no se exactamente a qué se refiere por más que miro el coche de un lado a otro y a su señora, una mujer que debe rondar los cincuenta y muchos, con una mano tapándose la cara, con los hombros hacia delante sacando pecho y con el brazo que le sobra echándose las tetas para arriba, vestida únicamente con un bañador de tipo body y un pareo; miro adelante del coche, miro atrás, y mi cerebro grita alarmado. ¿Qué postura más rara para ir en el coche, no? Así, como echándose las tetas para alante. El frances me pregunta que si hablo inglés, ya que francés como que no, y una vez nos ponemos de acuerdo en el idioma me vuelve a señalar con la cabeza adentro del coche y me pregunta que si me gusta. ¡Auuuuuuaaaaaa! ¡Auuuuuuaaaaa! ¡Danger, danger! Se me ilumina la neurona y me salta la tensión arterial, el fulano me está preguntando por su mujer. A ver como salgo yo de esta, pienso para mis adentros.

Con el mejor inglés del que soy capaz, y tratando de poner cara de «psa, yo es que preguntas de estas respondo todos los días», le digo que She’s nice, intentando no parecer desagradable y que el tío no se haga ilusiones. Y el cabroncete me sonríe. Entonces me dice, en un perfecto inglés (se ve que el francés es el que domina su señora, como el griego, o yo que se) que están buscando a alguien para su mujer esta noche, que a ella le gusta duro y que a qué hora salgo de trabajar.

Toma ya, toma yaaaaaaa; toda la vida diciendo que en una gasolinera no se liga nada y el gabacho me pide que me cepille a su mujer. Vaaaa, envidiaaaaaaa. Ñañañañaña.

Yo miro a la francesa. Me vuelvo a fijar en que rondará los muchos después de los 50 y que tiene las peras más grandes que probablemente he visto en mi vida (que digo peras, melones… ni melones, aquello era como dos Hindenburg pero pegados a una mujer), y como el Hindenburg amenazan desastre alrededor del brazo que las coloca mirando arriba. Se me antoja que si no se las sostuviera, el grado de decaimiento y el volumen de tamañas ubres probablemente hiciera que se le salieran del bañador… por las ingles. En esa estampa el erotismo brilla por su ausencia.

Es que tengo mejores planes, le digo con mi mejor cara de poker (si es que uno está más que sobradamente acostumbrado a que los maromos le ofrezcan a la churri, o no), que salgo de allí hecho polvo y me largo a dormir sin pasar por la casilla de salida ni nada. El tío me dice que me lo piense, que le gusto a su mujer (y yo pienso que a lo mejor a mi me gustaría su nieta, pero no tengo el placer). Me paga la morterada que vale la gasolina que le he echado mientras discutíamos los términos de si me tiraba o no a su mujer, y entonces el fulano me dice que por si cambio de idea ellos van a seguir por allí un rato.

Y no se estaba marcando un farol, el tío (y su señora) se quedan lo menos tres cuartos de hora esperando alli, parados en la gasolinera como si tal cosa (estorbando mayormente) a ver si yo cambio de idea y le doy duro a su mujer.

Como es de esperar mientras los compañeros del curro se han estado partiendo de risa, pero el caso es que los motivos de la risa son menos claros de lo que cabría esperar, y todo por culpa de una pareja de irreductibles galos… salidos.

Si al final resulta que mi vida es como una película porno, pero sin el porno. Tengo escenas surrealistas, ocasiones cojonudas, diálogos ridículos, pero aquí no pilla cacho ni el Tato. Dios mío, vivo en una película de Pajares y Esteso.

Frase del día: «El silencio del envidioso está lleno de ruidos.»

Hace un año…

Hace un año yo escribía esto: Electromagnetismo natural.

Hace dos años lo que escribí empezaba así: «Estamos con el año recien empezado y ya estoy acojonao por culpa de los malditos exámenes, el mismo día 30 tengo ya los malditos Fundamentos de Matemáticas lista para servir mi cabeza en bandeja. Como odio estas fechas… feliz año… y un huevo».

Sin embargo TPF hace dos años no era un blog, al menos no se parecía demasiado a los blogs que hay ahora, solo era una página donde yo iba colgando mis cosillas frikis, y de vez en cuando ponía algún comentario sobre películas o hacía algún chistecillo. Los chistecillos fueron lo que me perdieron (porque el material friki nunca tuvo demasiado éxito) y empecé a recibir comentarios directamente o por correo diciéndome lo enfermo que estaba y lo disparatado de las paridas que hacía de vez en cuando, así que estrené el 2005 poniéndome un gestor de blogs y comencé a hacer chistes por inercia (si es que no hay nada como que a uno le rían la gracia para llegar a creerse gracioso, jate tú). Luego, poco a poco vinieron los primeros comentarios, después hubo más, y yo seguí con las gracietas. En abril aterrizaron los primeros habituales y de ahí en adelante esto ha ido creciendo un poco más (y diría que mi ego ha crecido a la misma vez, pero es mentira, mi ego crece exponencialmente) hasta la actualidad, incluso me he permitido el lujo de escribir alguna cosa seria y darme un homenaje que luego alguien admitiría que le parecí un cretino presuntuoso al leerlo (la verdad es que hay quien me cala en seguida), y de contar algunas cosas de mi vida. Etc, etc,…

Habrá quien piense: «jodo, vaya análisis se ha pegado al año de tener blog como dios manda». Nada más lejos de la realidad, es que no sabía que escribir y me aburría, esto es para hacer un post de relleno y mover esto, que me daba no se qué tenerlo a día dos del mes y no haber puesto nada. ¿Qué paaaaaasa? Si en las series de televisión hacen un capítulo de vez en cuando con escenas de temporadas anteriores, en plan batallitas del Abuelo Cebolleta, no veo por qué no podía hacerlo yo también, si me molo a mí mismo más que todos ellos juntos.

PD: He hecho un pequeño cambio, a lo mejor alguien se ha dado cuenta. ¿Será esto el principio de algo más grande? Grandes misterios de la humanidad…

Frase del día:
«¡Rápido, tenemos que regresar al futuro!»

Las 10 del año

Soy un copión, tú y yo lo sabíamos, wawawawawa.

Fin de año físico y tal, se estilan en estas fechas por todos lados resumenes anuales, ceñudos análisis acerca de los acontecimientos de los últimos 12 meses (12 putaditas) y vaya usted a saber. Como no podía ser de otra manera, siempre en la cresta de la ola «modal», TPF se añade al tema. Evidentemente tampoco podía ser exactamente así, de manera que lo que voy a poner es la lista de las diez canciones que más me han influido a lo largo de este año físico (porque para mí los años hace tiempo que acaban y empiezan los 20 de octubre, entiéndalo quien tenga que entenderlo).

No existe un orden en especial, ni alfabético (que es evidente), ni temporal, ni de importancia, es una simple lista…

  • Everybody’s fool, de Evanescence.
  • 10th Man Down, de Nightwish.
  • The Phantom of the Opera, de Andrew Lloyd Webber.
  • The Best Days of Our Life (y el Another Brick on the Wall Part 2 que le sigue), de Pink Floyd.
  • It’s the fear, de Within Temptation.
  • Beside You, de Iggy Pop.
  • Living Inside the Shell, de Steve Conte.
  • Who Wants to Live Forever, de Queen.
  • Far Country, de Mike Oldfield.
  • The Ladder (Homeworld), de Yes.

¿Y por qué pongo esto? Porque no se me ocurría nada gracioso que contar, porque es 31 de diciembre y no se lo va a leer ni Dios, y porque tengo un momento L’oreal (porque yo lo valgo). ¿Satisfecha la curiosidad?

Nota sobre la inocentada

Tengo que reconocer que superé de largo todas mis expectativas sobre la broma del día de los inocentes, y mira que no tengo costumbre de hacerlas pero cuando me pongo, es que me pongo. Con el corazón en el pecho (porque me partía de risa yo solo ya con escribirla) me he pasado tres días (porque después de escribirla fue mejor aún); es que no es sano que a uno le guste tantísimo tomarle el pelo a la gente…

Siento mucho los problemas cardiovasculares que provoqué (que mentiroso), y ahora mismo no se me ocurre ninguna otra que sea lo suficientemente impactante para el año que viene (pero es como las felicitaciones de Navidad, que siempre termino mejorando la del anterior), así que arrieros somos, tenéis un año para prepararos…

Juas.

Se acabó (bueno, todavía no, pero poco queda)

Dicen que todo lo bueno se acaba, en mi caso últimamente venía teniendo una vida social que le hubiera dado envidia a algunos jugadores del Real Madrid, y estaba claro que la cosa no podía seguir así durante mucho tiempo. Si lo bueno, siendo breve es dos veces bueno, también es cierto que este empujón a mi socialización y estabilización emocional no iba a durar ni dos telediarios.

Además tengo que reconocer, que en los últimos tiempos (sobre todo después de la operación, aunque antes ya había empezado la cosa a ponerse interesante) mi éxito con las mujeres era algo que muchos solo sueñan. No me arrepiento de nada, pero las cosas no han salido como yo hubiera querido. En estos momentos lo único que tengo en la cabeza es cómo, siendo estudiante, voy a sacar adelante al que será mi primer hijo, aunque todavía me quedan unos ocho meses para pensarlo. Lo de los penaltis tiene que ser de familia…

No quiero ponerme demasiado sensiblero porque TPF nunca ha sido tampoco el sitio donde yo hago estas cosas, pero la situación ha tomado desde hace unos días un cariz algo difícil de compatibilizar con el sentido del humor que necesito para escribir mis memeces. TPF no va a acabarse hoy, ni mañana, seguiré «liberando» cada cierto tiempo alguno de los escritos que ya tengo terminados (que son unos cuantos) y que supongo que darán para entre dos y tres semanas, dependiendo el ritmo. Una vez acabe con esa «reserva» no se cuando volveré a poder escribir algo medio gracioso, ahora mismo no soy capaz siquiera de pensar en algo así, y TPF quedará en cierre temporal que confío no sea un cierre definitivo, porque me gustaría pensar que un día pudiera enseñarle al crío algo de lo que escribí y decirle «mira, yo conseguí que algunas personas se rieran con esto».

Desde aquí, y ya puestos en faena, quiero dar las gracias a las personas que me han soportado estos dos últimos días en plenos ataques histéricos. No los nombraré porque no lo querrían así, pero ya saben a quienes me refiero y saben que una vez vuelva a tolerarme a mí mismo y pueda sostenerme por mí mismo, mi hombro será un lugar donde puedan apoyarse, como ahora sus hombros es donde yo me apoyo.

Actualización/puntualización: tal y como la mayoría ha supuesto pasado el susto inicial, se trataba de mi propia versión de la inocentada preceptiva. Gracias por su colaboración, que tenga un buen infart… perdón, día.