Ésta semana me he enterado de dos estadísticas, y me encantan las estadísticas porque cada vez se parecen más al horóscopo: lo que dicen y lo que hay en realidad no tienen el menor parecido; considero el sacarles los fallos casi un deporte.
Por un lado resulta que en España la esperanza de vida ya alcanza los 85 años, la más alta del mundo, sin duda con la aportación incontestable de Fraga y Nefertit… perdón, Marujita Díaz.
Por otro lado resulta que los que practican el sexo habitualmente durante más de X minutos varias veces a la semana (eran 5 o 6), viven un porcentaje de tiempo importante más que los que no.
¿Dónde está la contradicción? Pues amiguitos, es evidente. En éste país se moja poco y mal, eso no hace falta leerlo en las estadísticas (aunque también lo dicen por ahí) es comprobable empíricamente. Si el sexo alargara la vida, España debería ser como Sodoma y Gomorra pero a lo bestia, coño, que 85 años son muchos años; pero el caso es que no, que para haber la pedazo de esperanza de vida que hay ésto dista muy mucho de tener pinta de película de Pajares, con lo que no solo se desmonta el argumento de que el sexo aumenta la esperanza de vida, sino que parece que hay que darle la razón a Mr. Kellogs (recomiendo encarecidamente el visionado de El balneario de Battle Creek) y considerar que practicar el sexo reduce la vida (lo de las estadísticas tiene que ser mentira por fuerza).
De todas formas yo sabía que alcanzaría la vida eterna, pero no tenía este método en mente.
Frase del día:
«Estaba demasiado ocupado buscando respuestas… en sitios equivocados.»