Depresión postraumática

El primer y más real punto que marca el final de las vacaciones es la aparición de los 200 millones de coleccionables que empiezan a salir desde ya. No es el día 15 de agosto, ni el día 1 de septiembre, no señor, son los coleccionables.

En una ocasión lei en una revista que después de las vacaciones es el momento más traumático del año, sin entrar en asuntos especialmente escabrosos (por ejemplo, no tengamos en cuenta que el verano es la época del año donde más parejas se van al carajo), porque a la gente le cuesta rearmarse para empezar otra vez con esos once agónicos meses de duro trabajo (conste que aquí iba a hacer un chiste sobre los funcionarios, pero tal y como están las cosas me lo voy a comer y que como el Wyoming, yo se lo que es trabajar duro porque lo he visto). El temita en cuestión de los coleccionables es algo en que la gente se puede volcar para olvidar los meses de horror sin límites que pueden encontrar hasta las siguientes vacaciones (o la cola del paro, lo que venga antes).

Ésto es algo de lo que las montones de editoriales que hay se dieron cuenta hace años, y se aprovechan como está mandado (porque ninguna editorial es una ONG). Ahora salen coleccionables a patadas, algunos son tan interesantes que me llaman la atención hasta a mí pero no pienso caer (el no tener ni chapa y que se me pasan las ganas al segundo número ayudarán), y hay otros que son tan estúpidos que se me caería la minga de vergüenza si me pillaran alguna vez comprando una vajilla japonesa por fascículos…

La vajilla de porcelana japonesa (que no se si vendrá con los palillos o esos hay que robarlos en el restaurante chino más cercano) es ejemplo de chorradilla no pequeña, luego tenemos cosas como instrumentos de música en plata de ley (que además de inútiles, son más feos que pegarle a un padre), una casa de muñecas (que mira tú, creo que algún ministerio ya está haciendo cuentas con eso para ahorrarse hasta los pisos de 30m), billetes y monedas (atentos a los espabilados que se ponen a hacer cuentas después viendo el valor real de lo que se colecciona), coches en miniatura (que son los mismos que los de las cajas de juguetes de 10 leros para niño, pero pagados al mismo precio que los de verdad), etc etc.

El funcionamiento de las colecciones es sencillo. Primero te ilusionas con la mierdecilla en cuestión (jo, como mola el violín de plata, a ver si lo pillo y me entero de cual es el siguiente), después te lo compras (coño, 2 euros solo por el violín y el tambor, que maravilla), luego revisas el orden de entrega (anda, si el chelo está de lujo y viene en el número 6, el bajo no está mal, lástima que venga en el 340), te compras el 6 por el chelo y ya estás vendido (bueno, no queda tanto para el bajo, valdrá la pena, lo que pasa es que el precio éste ya ha subido un poco, estaba mejor el de los 4 primeros números), entras en la fase de decepción ligera (vaya por dios, parece que la flauta no les ha salido muy fina, y es el número 8), luego la fase de cabreo (cagonsusmuertospisaos, desde el 5 van de mal en peor, vaya mierda de timbales), hasta la fase de frustración total y absoluta (uf, es que son malillos estos, pero ya que he llegado al 230 sigo, que queda poco para el bajo), y por último la fase de asesino berserker (bastardos, han dejado de traer números de la colección en el 339, y la siguiente era el bajo, los mato, los mato). Cuando la colección te termina de putear, ahí por mitad de julio, justo un rato antes de empezar las vacaciones, estás tan frustrado que necesitas desconectar en agosto… para volver a picar con la próxima colección en septiembre.

Tengo que reconocer que yo empecé hace años unas de esas colecciones, una de maquetas de aviones que se fue evidentemente al traste y que aproveché para venderle las piezas a un amigo a precio de oro. Después de aquello pensé que una y no más Santo Tomás, y que ya que no tengo vacaciones en agosto (ni se me ocurrirá jamás cogerlas en esas fechas si puedo evitarlo) ya me iría aliñando las frustraciones yo poco a poco a lo largo del año.

Aunque puede, y digo puede, que volviera a caer si salieran los coleccionables de: un misil intercontinental clase Polaris en cómodos plazos, el Interceptor V8 de Max por capítulos, el kit de clonación de Kate Beckinsale por fascículos, o, eso ya sería la repera, un aprobado en matemáticas aplicadas…

Hala, he dicho.

Frase del día:
«Lo que puedes hacer, o sueñes que puedes hacer, empieza.»

7 pensamientos en “Depresión postraumática

  1. Su

    Jajaja, yo tengo mogollón de Fascículo número uno, pero jamás llegué al dos.

    O se me iba la pinza y no pasaba por el kiosko, o no me gustaba el número dos y del tres ya ni me acordaba, o eran demasiados caros..

    Tengo el nº1 de una colección de plumas, de literatura hispanoamericana, de literatura femenina, de los mejores poemas de todos los tiempo…

    En fin, que soy presa fácil para las editoriales.

    Un beso

    Responder
  2. AOH/Rasczak

    Te vendo el tomo uno de las Memorias Freak, solo por 90 con 95, donde se relata mi biografía oficial no autorizada en solo 4000 números.

    Después del segundo número desapareceré para no volver jamás, pero por lo que dices no creo que te importe. XD

    Responder
  3. AOH/Rasczak

    Su, pero si has dicho que no compras los segundos números… Bueno, te lo regalaré y eso.

    Anchoa, gorrino, tú es que siempre que vas al kiosko es a la parte de las revistas de anatomía… XD

    Responder
  4. kamala

    Hola A, qué bueno tu post jajajaja, me ha encantado, los echaba de menos.

    Yo soy de las que medio caigo, pero sólo queda en la ilusión, porque ahora no tengo dinero, pero no quiero saber qué será de mi cuando me ponga a trabajar jajaja. Sujétame, ¡te lo ruego!

    Bueno, el próximo coleccionable hemos quedado que de un aprobado en matemáticas aplicadas y otro en química física, ¿no?

    Un beso.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *