Comentábame el otro día un amigo norteño que no entendía cómo es posible que en el norte estén habiendo más incendios que en el sur, cuando de siempre ha sido al contrario. A poco que se pare uno a pensar resulta que no es pregunta baladí (toma palabro, es que la aprendí ayer y tenía que usarla pero ya). ¿Cómo es posible eso?
Se ocurren así de pronto varios puntos que apoyen los incendios en el norte. Este año está haciendo un calor de cojones y cuando llueve no se sabe seguro si es que llueve o se ha meado un gorrión, lo que ayuda a que incluso las plantitas norteñas anden pelín resecas y ardan estupendamente, otra es que en el norte haya más sonados que en el sur (donde el sol maravilloso es estupendo para la salud mental y para los melanomas), sin descartar la posible aparición de un comando terrorista bajo el lema «si agua para todos no, mecheros sí».
La realidad es diferente. Sad but true, que dirían los guirilandeses.
La duda no es por qué se queman más cosas en el norte que en el sur, sino, por qué se queman menos cosas en el sur que en el norte. Parece lo mismo pero no lo es. Y la respuesta, estimados amiguitos, es sencilla: las piedras no arden. En el sur hace mucho tiempo que el concepto de bosque frondoso no se estila, los árboles que quedan de cada especie los contamos con los dedos de una mano, y los matojos están tan secos que se hacen cenicillas ellos solos sin necesidad de arrimarle cerilla. Los pinos van con escolta permanente, según las estadísticas más fiables tocamos a dos efectivos del Seprona por metro de bosque y algunas especies de árboles han empezado a desarrollar métodos de migración masiva…
Vamos, que la cosa tiene su explicación.
Frase del día:
«Si la muerte fuese un don, los dioses no serían inmortales.»
Si, aqui hay pocos incendios, pero los que hay parecen ser demasiado coincidentes, como ese sitio que sabemos que este verano se ha incendiado ya 4 veces (ayer presencié la ultima mientras hacia footing)
Eeeeh… Aceptamos que hace ya algunos añitos que una ardilla no puede atravesar la península sin pisar el suelo. Venga, vale. Peeeeero el sur tampoco es el desierto que has pintado. Yo soy y vivo en el sur, en Andalucía, y sí, las piedras no arden, pero los enebreles sí, y los pinares también, y aquí en Huelva de momento tenemos pinos para hartar, aunque ya los promotores turísticos se están encegando de cambiar esto.
Ni tanto ni tan calvo.
Flashman, que sepas que ser testigo y hacer footing en las cercanías te convierte automáticamente en sospechoso…
Mosky, no dramaticemos, que yo creía que lo había pintado tan exagerado que nadie pudiera tomárselo en serio. Todavía nos queda algo, sí, no mucho pero algo queda.
Hola, ¿y del centro no hablas? La verdad es que acabaremos con la naturaleza cada vez más deprisa…
Uff, tu post de hoy me recuerda a todo lo que tengo que estudiar (no sé si sabrás que mi especialidad es el medio ambiente).
Un beso ;-)
Ay AOH, tenías que ver mi querido parque de los pericones, está seco como una alpargata, se nota todo mucho menos verde que otros años, y el otro día escuché a los bomberos en Tele Gijón, decir que este año habían tenido que apagar más incendios que de costumbre.
Un beso, y ya sabes, tus próximas vacaciones te vienes para aquí y te enseño todos los merenderos cada vez menos verdes que hay.
Kamala, es que el centro lo tengo menos conocido ahora mismo, he perdido contacto con la mayoría de la gente que conocía en esa zona… Pues mira, no sabía yo que fueras de medio ambiente; lo de estudiar tómatelo con calma que no es bueno. :)
Su, la verdad es que me apetece darme un voltio por Asturias y Galicia, pero si puedo intentaré hacerlo precisamente cuando se vea más verde. Por variar, es que cosa seca ya tengo mucha vista…