Iba yo esta mañana conduciendo mi flamante bólido por las calles de la ciudad, con la tranquilidad del que sabe que tiene tiempo de sobra para llegar al destino, con el tráfico relativamente fluido (cosa rara) y la alegría que me caracteriza a la hora que era (esa alegría que te da no saber exáctamente qué estas haciendo, ni dónde estás, propiciada por el sueño que no se ha terminado de ir). Nada perturbaba la perfección de mi vida en esos momentos, esos escasos momentos de sublime tranquilidad que solo pueden darse cuando después de toda una vida contemplativa has alcanzado el Nirvana, o te han pegado una paliza de padre y muy señor mío y esperas pacientemente la muerte segura.
Miro el reloj y pienso que me va a sobrar tiempo hasta para buscar aparcamiento. When de repenete, un ruido perturbó mi felicidad, era algo así como un grlgrlgrlglr, un sonido de líquido viscoso escurriendo por conductos enrevesados y de pequeño diámetro, aderezado con el choque de minúsculos corpúsculos que se deformaban, formaban y deshacían a cada colisión, buscando en tremenda premura un lugar en el que sumirse para no regresar jamás… «Coño, que me cago.» Pensé para mis adentros.
Entonces, y no antes, fue cuando me di cuenta que tenía una cita no proyectada y que estaba llegando tarde. Empiezo a mirar por un lado y otro aparcamiento. Nada en ningún lado. Entonces empiezo a pensar que según la calle, si aparco en doble fina de una manera determinada a lo mejor entre dos coches podría… Imágenes a cada cual más esperpéntica y escatológica van surgiendo en mi mente a velocidades de vértigo, sin dejar huella visual pero sí marcando (y reduciendo) mi moral. Desecho cada una de las ideas de emergencia mientras aprieto el culo y me acuerdo del chiste de la violación de Patxi. Me reiría si no fuera porque del esfuerzo estoy apretando los dientes como si me fuera la vida en ello.
Al final encuentro una plaza de aparcamiento justo en el momento en que sufro el segundo ataque. Tengo que hacer uso de mi entrenamiento Zen del más alto nivel para aguantar el tipo y salgo corriendo en dirección al primer váter de uso público del que pueda echar mano. Conforme corro como alma que lleva al diarrea, voy pensando en las maneras de sobrevivir a un váter público… Primer paso: comprobar que nadie ha meado en los bordes de la taza. Segundo paso: con todo el papel higiénico disponible para limpiar la taza aunque parezca limpia. Tercer paso: rociar toda la zona con napalm por si las moscas. Cuarto paso: que Dios nos pille confesaos.
En eso que cumplidas todos los pasos previos (menos lo de rociar con Napalm, ya que por problemas del operador de radar del USS Nimitz no han podido desplegar los F18), estoy yo sentado en el váter tan tranquilo y oigo apretar al vecino de dos váteres más allá; yo, como es de mala educación no devolver un saludo, me suelto un cuesco así entre explosivo y derroche líquido. Entonces me pongo yo a pensar en todo lo íntimo que es esto de cagar, porque una vez que sabes cómo caga alguien. ¿Qué más puedes esperar saber? Hay parejas (y familias) que hacen de todo juntos pero no se toleran en el cuarto de baño juntos, tal el grado de intimidad que hace falta para plantar un buen pino. Me viene a la cabeza que casi casi eso de cagar con alguien en íntima comparsa exige poco más o menos la misma confianza que la de compartir cama. Pero en eso que me imagino compartiendo cama con el maromo que haya dos váteres más allá, y decido dejar de pensar por un rato, pero procuro no soltarme ningún cuesco más sonoro de la cuenta, porque yo confianza con el tipo ninguna, y el funcionamiento de mis esfínteres me lo guardo para mí, hasta ahí podíamos llegar.
El vecino acaba, oigo como tira de la cadena y se larga rápidamente (sin lavarse las manos, vaya cerdo). Yo entonces termino, ya soltando todo el material químico que la madre naturaleza me ha dado en posesión (aprovechando que no queda nadie en las cercanías), termino, tiro de la cadena y me largo todo lo rápido que me permiten las piernas antes de que el ejército bloquee el lugar y Sanidad lo declare zona de cuarentena, con la tranquilidad de saber el deber cumplido…
Ah, por cierto, el post no tiene nada que ver con conducir y es bastante escatológico, lástima que se me haya olvidado mencionarlo al principio…
Uff!!! ¿Qué chungo no?
XDDDDD
he vivido una situación de apuro similar cuando estuve de campamentos.
Recuerdo que mi primera entrada en el lavabo fue tan traumática que solo iba a mear, y estube 3 dias acumulando material nocivo en mi
cuerpo, hasta que al cuarto día al meterme en la piscina que había en el campamento canibal ese, me llamó la naturaleza y en fin corrí hacia la
letrina…
Hice los pasos que tu has dicho antes de «operar» y espanté las polillas que por allí pululaban.
Tras eso me disponía a efectuar la misión cuando entraron mis compañeras en el lavabo (yo estaba en uno de los compartimentos de este), y
me detuve pues me daba corte que me oyeran.
Luego en vistas de que no podía, lo hice silenciosamente y a pata coja, entiendase que con una pierna hacía palanca para que no me abrieran
la puerta y con la otra me mantenía en pie, puesto que yo en ese váter no me siento ni que me vaya la vida en ello!!
Fue uno de los peores y más penosos momentos de mi vida, los campamentos me marcaron, fue peor que cuando a vosotros, los chicos os
hacían hacer la mili… Aquello me cambió *mira al horizonte y suena música militar*
CaRpE DiEm y sí, totalmente de acuerdo, no hay nada más íntimo y personal que los momentos «special K»
XDDDD
Qué bonito! ;) me he emocionado. Los temas escatológicos son los más bonitos.
Con esos comienzos yo estaba esperando una avería inoportuna (todas lo son) del coche. Mas que nada porque creo recordar que como yo perteneces al club de los que tienen un coche que si fuera persona ya podría votar y quien tiene un coche relativamente nuevo no sabe lo que se pierde en anécdotas. Y resulta que era un post de mierda (por la temática, no la calidad, claro). Por otra parte hay que reconocer que este tema es más universal ¿Quien no se siente identificado?
NOTA MENTAL: No volver a leer ésta página mientras se cena.
Sustituye bar por biblioteca y no pienso decir nada más, que soy una señorita.
Jejeje, qué alivio siento cada vez que leo/alguien me cuenta que le pasó eso, al poder
decir que «menos mal que nunca me pasó» ;-)
Yo admiro a quien es capaz de cubrir sus necesidades de urgencia mayor en los wc’s públicos xDD pero también reconozco que en casos así…tal vez no haya más remedio que dejarse llevar por lo que te pide el cuerpo xDD Ais Ais que hazañas las suyas… :P
Besotes!
Ains, soy un incomprendido, no habéis captado la sutil alegoría sobre las relaciones humanas que yo trataba de explicar con el escrito de marras.
¿Noto cierta ironía o soy yo?
Claro…ahora comprendo el arrebato de las bedeles de la Universidad corriendo de un lado a otro con las mangas arremangadas aquel día.
Había rumores de la rotura del colector principal de residuos que une los dos campus. Bueno, ya estoy mas tranquilo ahora que se que no fuí el único que hizo uso de los aseos de la Universidad aquel fatídico día.
Saludos, Anchoa a la Vinagreta.
P.S.- Yo, si voy al baño y no veo tetas, a mi me devuelven el dinero.
Jajajaja, estos temas me hacen partirme de la risa jajajajaa.
Un beso.
Pobrecicooo, menudo dolorrrrrr!!!! Aunque no entiendo que un acto tan fisiológico, natural, normal, un mecanismo que la mami naturaleza nos dio para que no nos contamináramos con las porquerías que fabrica nuestro cuerpo sea objeto de tanto pudor, vergüenza y demás…Bueno, hombre, tal vez porque es un momento muy íntimo que precisa de muchíiiiiiiiiiisima tranquilidad ( atrévete a molestar a alguien que está haciendo «sus necesidades» en el cuarto de baño…).Y hacerlo en un servicio público es para darte la medalla al mérito, uffff,qué valor.
Un besito
Estas enfermo.
Ademas el otro lo que hacia era seguirle, queria escucharle cagar y usted no le da ese privilegia, vayase a la mierda.