Seguimos con las peticiones populares. Atención, post decididamente friki, a los que no seáis roleros (o sea, la inmensa mayoría) os resbalará.

Cánticos de la Lejana Terra es una aventura para Fading Suns (un juego de rol de ciencia ficción y fantasía) que escribí allá por el 2001 para jugarla con mi grupo habitual de entonces (se puede descargar aquí, PDF, 38KB, contenido muy friki). Como tengo serias dudas (y bien fundadas) sobre que más que un par de los que me leéis sepáis de qué va todo esto, procuraré ser bastante explícito y dar datos que más o menos se entiendan en los paréntesis, si es que no dejáis de leer ahora mismo.

Cánticos de la Lejana Terra apareció publicada en el nº 28 (Abril 2004) de la revista 2D10, de La Factoría/Distrimagen (la Factomagen para los amigos), no es que tenga mucho mérito, pero ahí está. Además me hicieron un par de pirulas, a saber: apareció bajo el título Cánticos de la lejana Tierra, que parece lo mismo pero a nivel de trasfondo no lo es; por motivos que se me escapan le cambiaron el nombre al planeta donde transcurre la acción, de Ningunlugar pasó a Dvneil XP-430 que ni siquiera existe en el universo de Fading Suns; y la última y más dolorosa es que mi firma no aparecía en el artículo, aunque sí salía en los créditos de la revista a título de colaborador.

Hacía poco que yo había releído la novela Cánticos de la Tierra Lejana, de Arthur C Clark (que había descubierto por culpa del disco de Mike Oldfield), pensar en la Tierra en el año 4996 (año que ronda la ambientación de Fading Suns) me llevó a pensar en una campaña en que los antagonistas principales (los malosos, para entendernos) fuera la Ortodoxia Terrana y la Inquisición (básicamente una rama clásica de la religión más extendida, la Iglesia del Sol Universal), así que inventé una sencilla trama en la que los personajes tendrían que hacer algo que a pesar de no ser necesariamente inmoral (al contrario) sería ilegal a los ojos de la Ortodoxia. Al final decidí utilizar como gancho de la historia a Diridia Gemnar (ahora explicaré de dónde viene el nombre), una heredera al trono de una familia noble que yo mismo inventé y que estaba aislada de los Mundos Conocidos (en Fading Suns existe un Imperio estelar dominado por la nobleza, que se divide en familias, muy al estilo feudal europeo, las familias nobles se denominan Casas, los planetas que pertenecen al Imperio se denominan Mundos Conocidos). El caso es que estaba decidido, una chica en apuros (Diridia que se estrella en un planeta desconocido para ella), unos malos malosos (un inquisidor y su séquito) y faltaba el sitio, cogí la lista de planetas descritos en el juego y me decidí por Ningunlugar, el clásico territorio devastado que me encanta. Luego solo había que añadir los efectos especiales (naves y bichos alienígenas), unos toquecitos de conspiraciones y agentes secretos (que en teoría se desvelan después, en los 7 u 8 capítulos que seguían), et voíla, un principio que me pareció interesante para una cosa de larga duración.

Veamos, los nombres de los personajes.

Diridia Gemnar… En los nombres de mujer suelen predominar las vocales A e I, le siguen la E y la U en ese orden y por último la O. Junta con consonantes prácticamente al azar varias as, is y es, y no hará falta muchas pruebas antes de que el nombre además de femenino quede aceptablemente bonito; el origen de Diridia es ese, juntar letras prácticamente al azar. El apellido, Gemnar, surje de otro de mis métodos favoritos de «generar» nombres, coge uno real y remezcla las letras, en este caso es Germán.

El segundo personaje en importancia es Elissiah Denein. También nombre inventado aunque después he visto que hay gente que se llama así (pobrecillos), yo lo hice a partír de deformar el nombre de Elías (el profeta), para que fuera un nombre que además de exótico sonara culto o incluso santurrón, vamos, algo que le pegara a un sacerdote con mala uva. El apellido no recuerdo ahora mismo de dónde lo saqué, pero tengo por ahí otro personaje con el mismo, así que puede ser que no me lo inventara para el inquisidor éste.

Y por último Egbert Van Gelder. Como tenía en mente un moderno caballero andante y a la vez un noble a la antigua usanza quería que el nombre sonara un tanto como las viejas dinastías europeas, así que cogí un nombre al azar y le tocó a los de Mónaco, después de mucho deformar Alberto, Egbert es lo que queda. Van Gelder es el apellido de una Casa noble menor del juego, asesinos y espías mayormente.

Y creo que eso es mayormente todo, la historia seguía con más conspiraciones, algunas batallas navales y siempre la espada de damocles de la Ortodoxia pendiendo sobre las cabezas de los personajes jugadores; muy a ritmo de space opera pero mezclando géneros como la intriga palaciega, la acción más frenética o el horror primigenio á la Lovecraft.