El sol hace tiempo que ha salido, hace un frío del carajo pero ahí estás, en la línea de salida junto con otros tantos miles de especie de colonos buscando la oportunidad de hacerse con su propio filón. Todavía no es la hora, pero sientes casi las ganas de espolear al caballo y salir al galope. De momento se hace la avalancha y en trompa toda la gente avanza en dirección a su terreno deseado; sales disparado a ver si pillas alguna pepita de oro (o un pantalón, porque en una tienda de ropa lo de la pepita está chungo), para darte cuenta que no eres el más rápido del oeste y que estás revolviendo lo que ya han revuelto otros (y otras) antes. Los sudores te caen por la frente y la espalda. No hay nada en su sitio, es imposible encontrar nada así, ni con una criba. Al final, con mucho esfuerzo das con un pantalón que parece de tu talla; también hay un maromo que le ha echado el ojo, te plantéas desenfundar y meterle una bala entre pecho y espalda con tu seis tiros, pero viene con refuerzos, la parienta del susodicho le cubre las espaldas con un carricoche medio tapado (cabrones, deben llevar una gatling escondida), así que te plantas delante de él abriendo un poco las piernas y le sueltas eso de «en estos pantalones no hay sitio para los dos, forastero»; el duelo de miradas está servido. Se ve claro que el tío no tiene intención de renunciar. En el momento en que suena la campana del reloj (o puede que fuera una histérica gritando eufórica porque había encontrado unas bragas escondidas en la sección de jerseys) el maromo se despista, trincas los pantalones en menos tiempo que pestañeas y escurres el bulto entre la multitud que llena el Saloon (o algo así).
En la tienda, por lo pronto, comienzan los altercados serios y parece que el sheriff tendrá que aparecer de un momento a otro, pero te da igual porque pagas con tarjeta de estrangis esperando que el fulano no te haya calado y sales pitando para evitar el tiroteo. Conforme sales ves que la chica que te ha cobrado está gritándole a una yaya y rebusca algo bajo la barra, seguramente una escopeta para poner orden.
Es A CO JO NAN TE lo que casi se puede ver en el primer día de rebajas.