Como me empiezo a aburrir de mirar mis apuntes de robopilinguis (a la larga esas sinuosas curvas características y esas tremendas e inhiestas rectas de carga, cansan), he pensado en escribir cualquier tontería para seguir con la tónica. Y lo que viene a la cabeza en estas fechas es el sexo orgiástico.

Que nadie piense mal, no me he apuntado a ninguna orgía multitudinaria por gusto (pondría fotos para fardar), ni me ha asaltado ese famoso autobús de ninfómanas mío; no van por ahí los tiros. La cosa va por la convocatoria de febrero de los exámenes, como cualquier universitario de a pie haya podido deducir si la neurona le funciona bien, porque si una de las definiciones de la RAE de orgía es «satisfacción viciosa de apetitos o pasiones desenfrenadas» y podemos seguir dilucidando memeces, la expresión «me han jodido en Digital» (la elección de Digital es meramente anecdótica, puede sustituirse por cualquier asignatura a gusto del lector) no es nueva ni se dice poco; y esa expresión nos lleva a la conclusión, si el «joder» puede aplicarse a una situación en que incurren 201 personas (200 alumnos y un profesor) al menos por un 50% de esas personas más o menos en un marco temporal concreto y corto. ¿No estaríamos hablando de una orgía? ¿No se encontraría el profesorado en una viciosa situación de jodiendas desenfrenadas? Ríete tú del Sifredi ese, y alabemos a la universidad pública por esas gloriosas fechas en febrero y junio donde jode (o joden) hasta el Tato.