Sábado. Un lugar atestado de gente hasta la bandera, un tipo hablando a ratos por el micro y alternándolo con música, donde se beben bebidas alcohólicas y se toma un «algo» con lo que presumiblemente llegarás «al cielo», por haber incluso hay hostias antes de salir. ¿No es de recibo que casi me quedara durmiendo en un sitio así, verdad? Pues ocurrió.
El caso es que el otro día por motivos ajenos a la empresa tuve que entrar en uno de esos sitios, o sea, en una iglesia. Ya sabéis, un sitio de esos con campanas y cruces… no, el cementerio no suele tener campanitas, y el ayuntamiento a veces tiene campanas pero no tiene cruces, algún político con los cables cruzaos puede ser que si, pero no cuenta.
Que nadie se asuste, no me he casado ni voy a hablar por enésima vez de las bodas (que de todas formas todavía creo que tengo por ahí un penúltimo capítulo del tema). Era una confirmación, una de esas ceremonias en que los chavales confirman que de verdad son católicos porque quieren y tal pascual (vamos, de esas cosas que se hacen porque todo el mundo lo hacen, como fumarse un pitillo).
Pues superado el primer momento de peligro, que fué cuando la piel me hizo shhhhhhh (insertar aquí sonido de aspirina efervescente metida en un vaso de agua, por favor) al entrar, conseguí meterme en susodicho lugar. Afortunadamente mis años metido en el tema (para los que no los sepan, leed aquí y aquí) me sirvieron para infiltrarme sin mayores problemas que una quemazón entre los omoplatos (cosa que es bastante molesta, porque no me llegan los brazos para poder rascarme y una iglesia no es el sitio más idoneo para pedirle a un desconocido o una desconocida que te rasquen, bueno, al menos la picazón era en un lugar casto y puro).
El caso es que no recordaba yo el sopor que me producía a mi una ceremoña religiosa, y claro, antes que dormirme tuve que poner a funcionar la neurona. Una vez que conseguí apartar de mi mente todos los pensamientos lujuriosos, (que por cierto, no se en qué se basaría el que dijo que un hombre solo piensa en sexo cada 7 segundos, pero vaya mentiroso, seguro que lo dijo por quedar bien con alguna chica) me dió por pensar en otras cosas (claro), y los resultados fueron devastadores para la institución.
Por ejemplo. Se supone que el obispo o en su defecto el enviado delegado (que viene a ser el vicario) aparte de confirmar (porque al cura es un negocio que se ve que le queda grande) se aseguran de que los chavales sepan bastante del tema, y claro, uno enseguida se lo imagina reuniendo al grupo, poniéndolos por parejas y… Por 25 pesetas cada uno, nombres de santos de los siglos XVI y XVII, por ejemplo San Juan Eudes. ¡Tiempo! Mmm, San Juan Eudes, mmm, Santo Toribio de Mogronejo, mmm, San Antonio de Padua. Y MEEEEEEEEEC, aparecen entonces los Monaguillos Tacañones y te sueltan: mal, muy mal, porque San Antonio de Padua diñó en el 1231, panda de cazurros, y no os lleváis nada por animales. Bueno, bueno, amigos, ésta era difícil, veamos ahora, por 25 pesetas cada uno: nombres de Apóstoles buenos. ¡Tiempo! Mmm, esta es fácil, mmm, Pedro, mmm, Judas Tadeo, mmm, el otro, Judas Iscariote. MEEEEEEEEEC, y ahí están otra vez los Tacañones a piñón: hijos nuestros, si es que hemos dicho Apóstoles buenos, y Judas Iscariote era un poquito cabroncete. Ay, si es que iba con trampa, Señor Vicario.
En esto que ya le había yo puesto al Vicario cara y todo de Maira Gómez Kemp cuando se fue la megafonía, y se fastidió el pastel. Entonces viene el cura así en plan buen rollo, con una sonrisa de oreja a oreja como si en lugar de confirmaciones estuvieran repartiendo noches de hotel en Cuba, con el micro en la mano (que no se para qué, si no funcionaba), y se puso a decir algo. No se exactamente qué sería lo que dijo, pero a mí se me ocurrieron varias, consecutivamente. La primera venía a ser algo como «esto son un santo alemán, un santo inglés y otro santo español que están los tres…», pero el chiste no tenía gracia y ya no me acuerdo, así que no lo pongo (si alguien quiere hacerlo por mí, tiene premio). La segunda decía «quien es esee hombreeeeee», que tampoco tengo yo muy claro por qué me vino a la cabeza aquello. Y la última, que ya estaba gritando bastante porque no se le oía nada, tenía que ser por fuerza un «¡¡gañáaaaaaaan!!».
Bueno, y no tengo yo muy claro qué iba yo a contar, pero esto ya es bastante largo sin tener nada que decir, así que voy a ir plegando que es hora…
Frase del día: «Now i know there is something more, that this is the truth, it’s all in you.»