Amiguitos, hemos escapado por los pelos.
Hace tiempo, cuando las aguas separaron a la Atlantis y surgió el amanecer de los… perdón, eso era de otro sitio. El caso es que hace tiempo, cuando los miembros del glorioso ejército de la RICPC (ejército al que en un tremendo alarde de originalidad he dado el nombre de Glorioso Ejército de la RICPC) estaban en plena cruzada expansionista, cosechando éxito tras éxito (a pesar del ligerísimo traspies que supuso no poder anexionarnos los territorios del dormitorio de la vecina del quinto, aunque tuvimos en nuestro poder durante un pequeño lapso de tiempo los terrenos en que se encontraba el tanga de encaje que a posteriori no hemos vuelto a ver y que suponemos se haya apropiado su último ligue a modo de trofeo, ya que por mucho que lo hemos intentado no lo hemos localizado incluso fallando el típico método de poner un espejo en la puntera del zapato para intentar ver algo bajo la minifalda),… total, que ya no se por donde iba.
Quería decir yo que aunque los miembros del Glorioso Ejército de la RICPC, a los que también se han dado en llamar Camisas Naranjas (por el glorioso color chillón con que los hemos uniformado, que aquí somos todos hombres de pelo en pecho, eso de camuflarse es de nenazas)… bueno, los llaman Camisas Naranjas o «súbeme dos botellas», por el repelente parecido con los butaneros (nota mental: aniquilar a los butaneros). Como iba diciendo, aunque el Glorioso Ejército de la RICPC estaba cosechando grandes éxitos en eso de la cruzada expansionista y habíamos conquistado con un número de bajas mínimo el hormiguero* situado a la derecha de la charcutería de al lado de casa, algo me decía que teníamos que frenar un poco, porque llamaríamos demasiado la atención y no quería que surgieran enemigos por sitios inconvenientes.
Que no es que les tuviéramos miedo. ¿Eh? Que teniendo en cuenta que las pruebas para entrar a formar parte del Glorioso Ejército de la RICPC incluyen parar un mercancías de 16 vagones que viaja de Sangonera la Verde a Moscú sin hacer escalas, cargado con vigas de acero, en una cuesta abajo con una pendiente del 30% a la altura de un pueblecito de Estonia poblado solamente por un cabrero y sus dos cornudas amantes y utilizando solamente los dientes (o los cuernos, en caso de que sean del aspirante y no las cabras del cabrero, que a esas no se las puede tocar, no por nada sino porque se nos cabrea el hombre), a quién le pueden importar que nos salgan enemigos, ahí nos vinieran todos juntos que acabamos antes. Lo que pasa es… que nos da pereza.
Total, que (iba a decir que consulté al oráculo, pero es mentira, porque oráculo no hay, que eso es para crédulos que se lo tragan todo, yo llamo al 805 de Rappel) un día que estaba yo meditando sentí una perturbación en la fuerza (o tal vez fue un apretón, porque después de tan magna revelación tuve que ir al aseo), que me dijo algo así como: «Antoñito, deja tus ansias conquistadoras para mejores días, pues ha de venir el momento en que grandes enemigos acabarán con todos los expansionistas y ese día habrá llanto y crujir de dientes porque…». Lo demás no se lo que era porque ya estaba yo camino del váter, qué le vamos a hacer, si es que no se puede tener un revelación a cualquier hora. ¿Y si me hubiera coincidido con el horario de Hospital Central? ¿Eh? ¿Qué hago, dejo de verlo?
Total, que hice que mis tropas se replegaran y se acuartelaran mientras el ficus los entretenía en los barracones, en espera de mejores tiempos y la tierra prometida (y nunca mejor dicho).
Y todo esto para decir que la Operación Malaya ha terminado llegando a los territorios cercanos a la RICPC y si no llego a andar fino con los augurios se iba a cagar la perra. Que tampoco es que hubiera pasado nada, porque se conoce que por aquí alrededor tienen para pasarse años investigando, pero vaya, habría sido un coñazo…
* Cualquiera podría pensar que un hormiguero es presa fácil, pero cuando se trata de combatir al enemigo en sus túneles, no veas lo que hay que apretar para que un tío que parece un armario ropero con las puertas abiertas sea capaz de entrar…